Los cuatrocientos golpes

  • Título: Los cuatrocientos golpes (Les quatre cents coups)
  • Director: François Truffaut.
  • Nacionalidad: francesa.
  • Productora: Les Films du Carrosse.
  • Año: 1959.
  • Género: Nouvelle vague, drama.
  • Reparto: Jean-Pierre Léaud, Claire Maurier, Albert Rémy, Guy Decomble, Georges Flamant, Patrick Auffay. (Filmaffinity)

Movido por un interés personal, François Truffaut construye una fábula sobre una existencia que bien podría parecerse a la suya. Es precisamente una de las particularidades de la Nouvelle vague, movimiento en el que se inserta esta obra francesa de finales de la década de los 50: partir de una historia realista para llegar a un autoconocimiento personal; un análisis psicológico, que no tiene por qué ser objetivo.

Los cuatrocientos golpes, título que procede de la expresión en francés “faire les 400 coups”, que viene a describir a aquellas personas que llevan una vida desordenada y fuera de la moral establecida, es precisamente un retrato psicológico que pretende explicar la pérdida de la inocencia de un preadolescente en un París burgués y constreñido por costumbres opresivas.

Antoine Doinel es un hombre y es un niño. El personaje central de la película es un ser vagante, sin rumbo, infantil por su falta y deseo de afecto, maduro por su aceptación de la realidad, por su clara conciencia de lo innegociable, del desprendimiento y de la disposición a la fatalidad que ronda en todo lo que se mueve. En ese sentido, su madre supone el contrapunto: una mujer fuerte, como los personajes femeninos que construye Truffaut, pero excesivamente ególatra e irreflexiva.

El director consigue trasladar al espectador la opresión personal a través de planos muy cerrados, donde las propias cabezas se salen de la pantalla, con personajes (y la mayor parte del tiempo, Antoine) como seres encerrados en unas circunstancias. El montaje ayuda a este propósito: en cada secuencia Truffaut cuenta las peripecias de Antoine, que está lleno de nobles intenciones, como no decepcionar a su familia, empresa que se torna imposible a cada día y, posteriormente, alejarse de su hogar para ganarse la vida por su cuenta para no causar más problemas. Es decir, la sucesión de acontecimientos le hacen ser quien es, sin posibilidad de rebelarse contra ello, porque cualquier intento por su parte acaba en un fracaso.

Paradigmática es la escena en la que Antoine se ha escapado de casa de noche y deambula por París. Roba a hurtadillas una botella de leche y comienza a bebérsela. En ese escenario, parece un ladrón que emerge de la oscuridad, un ladrón completamente adulto, pero a la vez con gesto inofensivo. La botella de leche, que se agota a cada sorbo y que se coloca en la zona de luz, es un objeto simbólico de la inocencia y de esa infancia que empieza a resquebrajarse por los golpes de la vida. En ese montaje influye lo que aportó Welles al cine, ya que toda la película está al servicio de las sensaciones y de las intenciones marcadas.

Truffaut obliga al espectador a tomar partido y a que se compadezca del Antoine a través de la expresividad de las imágenes, del blanco y negro, de los planos cortos, de la opresión de las localizaciones. La compasión provoca un retrato subjetivo, pero certero, sobre el protagonista: un antihéroe, un niño de buen corazón cuya mala fortuna hace que el resto de personajes lo perciban como dañino y despreocupado.

Jean Pierre Leaud, actor protagonista del filme

El plano secuencia magistral que cierra el largometraje demuestra el dominio expresivo que despliega el director. La cámara avanza hacia adelante a la vez que lo hace el personaje, como una metáfora de lo ineludible, de un futuro escrito en la arena de la playa, un destino que se borra a cada paso y que se boceta en el rostro movido de Antoine.

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Spitting essence

Cuerpos fundidos con el asfalto y pigmentos pegados al cemento. Spitting essence since 90’s es un Tumblr de fotos que evocan los años 90 (vinilos, peinados, estilo, tatuajes…). Sus autores usan gifs habitualmente y fotos estáticas sacadas de otra páginas de Internet y actualizan casi diariamente el blog con nuevas instantáneas. Siempre urbanas: edificios, cafés, tiendas, habitaciones.

Para que veáis algunos ejemplos:

Un ejemplo de lo que se puede hacer en Internet gracias a la cultura libre. El Tumblr, otra vez, aquí.

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Maldito

  • Título: Maldito
  • Intérpretes: Gritando en silencio.
  • Nacionalidad: española.
  • Año: 2011.
  • Género: rock.

Maldito es la nueva propuesta de Gritando en silencio, un grupo de rock madrileño, conocidos no solo por su buena música, sino también por su compromiso. Parte de su ideario incluye apoyar el comercio justo, los medios alternativos, la banca ética y, por supuesto, la distribución gratuita de la cultura a través de las licencias creative commons. Por eso, podéis descargaros este y todos su discos desde su página web, pinchando aquí.

El rock edulcorado que venden los canales de música de televisión no tiene nada que ver con este nuevo disco de Gritando en Silencio, un grupo que todavía está despuntando, precisamente por su carácter «auténtico», no «comercial».

En sus letras abordan no sólo temas sociales o políticos, como la canción «Allí estaremos», sino que tratan también la apatía, la desilusión y la frustración humanas, como señas de identidad de la sociedad actual. Con influencias de Extremoduro, Platero y tú, Marea o Albertucho, Gritando en silencio mezclan la belleza del dolor, a través de sus letras, con bajo, batería, guitarras eléctricas y la voz algo rota de Marcos Molina, el cantante.

Cigarros, soledad, humo, electricidad y la creación artística. Las claves del rock más puro que grita y rompe el silencio.

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David Refoyo: «La última literatura española se caracteriza por intentar superar los límites, ahí me posiciono yo»

Rockero, publicista, bloguero, poeta y narrador, David Refoyo (Zamora, 1983) es uno de esos «jóvenes preparados» que hablan los medios. Con dos libros publicados, Refoyo destila talento y juventud. Ganas de romper con todo. De su último libro y primer poemario que ve la luz, Odio (La Bella Varsovia, 2011), los críticos destacan la originalidad. Un lenguaje exacto y expresivo conjugado con eslóganes publicitarios, aparentemente inocentes. Hablar de miseria y de desgracia y de Coca-cola y sonar poético y sonar certero y sonar revelador.

Jara C.: Tu último libro es difícil de clasificar. Por una parte, es un catálogo que nos muestra la frivolidad de la publicidad y los mensjaes que oculta, pero por otro es un ejercicio de prosa lírica fascinante. Como autor, ¿cómo lo definirías?

David Refoyo: La publicidad siempre ha buscado en la poesía una forma de expresión diferente, por eso decidí explorar el camino inverso, que fuera la poesía la que buscase en la publicidad, para dinamitar el proceso creativo, reinventándolo, utilizando los mismos trucos y las mismas herramientas, pero cambiando el foco de sitio.

J. C.: Por tanto, para ti es el mismo lenguaje, entiendo, solo que en diferente contexto, usado para fines distintos.

D. R.: Escribo con la misma intensidad e intención para publicidad que para poesía. Tal vez sean dos caras del mismo proceso o tal vez sean diferentes, pero no encuentro diferencias hoy por hoy.

J. C.: Aceptarás al menos que las finalidades de ambas son distintas. ¿Cuál es la finalidad de la poesía bajo tu punto de vista?

D. R.: Por un lado, sí, la finalidad de ambas son diferentes, pero por otro lado son exactamente iguales: comunicar, despertar algo en el interior del receptor, mover a una acción o idea, enseñar caminos nuevos, establecer un contacto a través del pensamiento. Ambas forman parte de un mismo proceso, al menos en mi caso, porque la búsqueda, esencialmente, es la misma.

J. C.: 25 centímentros abrió un espacio inexplorado en la narrativa española, tanto en la temática, muy arriesgada, como en la forma de presentarla, relatos fragmentarios pero perfectamente hilvanados. Como poeta, también vemos que estás destacando por tu originalidad. ¿Dónde te encuentras más a gusto? ¿O narrativa y poesía no son más que dos caras de la misma moneda?

D. R.: Entiendo que existen diferencias conceptuales entre escribir poesía o narrativa, pero si hay alguna característica de la última literatura española es, precisamente, el intento por superar los límites, por no establecer diferencias tan cerradas sobre los géneros, por participar de la mayoría de ellos. Ahí es donde me gusta posicionarme, donde disfruto de lo que hago.

J. C.: El tema de la narrativa y la poesía actual es muy interesante: ¿crees que está habiendo una (re)generación? ¿En qué clásicos y en qué autores contemporáneos te miras?

D. R.: Intento leer toda la poesía que cae en mis manos, sin importarme corrientes o épocas. Cuando escribí Odio tenía muy presente La Semana Fantástica de Fernando Beltrán, pero también David González, Manuel Vilas y, de un modo tangente, Claudio Rodríguez, que es uno de mis autores favoritos, aunque no quiero colgarle la etiqueta de clásico porque sigue muy vigente. Aunque mis referencias, en este caso, abarcan más campos que la poesía (música, publicidad, cine, televisión…).

Creo que regeneración como tal no está habiendo, simplemente ahora es más fácil enseñar la cabeza y que te conozca el público gracias a Internet, pero no creo que haya más creadores que antes. Eso sí, me encanta que la gente joven asome (o nos asomemos).

J. C.: Además de la difusión, como tú muy bien apuntas, ¿no crees que Internet trae lenguajes e incluso géneros nuevos al discurso literario?

D. R.: Me sorprenden la cantidad de nuevas formas de expresión que están naciendo en Internet y me fascina que cualquiera pueda contar algo y tener su público. El modelo de negocio tendrá que aprender a adaptarse a esta nueva realidad si quiere mantenerse. En cuanto a lenguajes diferentes estoy de acuerdo, somos muchos los autores que empleamos la tecnología en nuestra obra, forma parte de nuestra cultura diaria.

J. C.: ¿Está subestimada la cultura actual? ¿Crees que se tiende siempre a mitificar «lo antiguo» en detrimento de «lo nuevo»?

D. R.: No lo creo, supongo que es cuestión de perspectiva y para mitificar una obra hace falta tiempo. Aunque también es cierto que algunas obras se convierten en míticas al poco tiempo de ver la luz, obras plenamente actuales como el Proyecto Nocilla o Las Afueras (por citar los dos que me vienen a la memoria ahora mismo).

 

David Refoyo asegura que su máxima preocupación ahora mismo es leer. Acaba de terminar otro poemario y está empezando su segunda novela, «que no hablará de sexo ni de centímetros», dice. De momento,  Odio. Y un poco de rock.

  • Título: Odio
  • Autor: David Refoyo
  • Nacionalidad: española.
  • Editorial: La Bella Varsovia.
  • Año: 2011.
  • Género: poesía.
  • Páginas: 84.
  • Precio: 10 €.

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Bella durmiente

  • Título: Bella durmiente
  • Autor: Miriam Reyes.
  • Nacionalidad: española.
  • Editorial: Hiperión.
  • Año: 2004.
  • Género: poesía

Miriam Reyes es una mujer. Miriam Reyes es una poeta. Ella sabe de ambas circunstancias y las usa en su obra. Actualmente vemos como cualquier cosa que escriba una mujer sobre sí misma (ya sea sobre su cuerpo, su relación con su entorno, hombres o mujeres) está mal visto. Se dice que hay un exceso de poesía de género. Sin embargo, Reyes es un ejemplo de la mujer que usa su yo poético femenino para crear un libro sólido y no por ello menos cargado de sensualidad o feminidad.

Los versos de Miriam Reyes están llenos de sentidos, dos o más, y esos versos construyen poemas que recuerdan la voz de Plath, no sólo la voz poética, sino su propia figura (el horno es un elemento al que se recurre). No obstante, es una voz nutrida también de otros muchos poetas españoles, no necesariamente mujeres.

¿De qué hablamos cuando decimos «poesía femenina»? ¿De decir clítoris, decir puta, decir coño? Creo que no. Hablamos de poesía femenina cuando el hecho de que el yo poético se desarrolle en su feminidad pone un plus a la poesía universal. Es decir, explora territorios desconocidos, completamente olvidados por la historia de la poesía.

Cuando Reyes dice «Mi cuerpo / qué harían con mi cuerpo / quién», encuadramos sus versos como si los dijera una mujer, pero si cerramos los ojos, los prejuicios desaparecen y se viste en ese cuerpo desnudo la realidad múltiple del lector. Es femenina, además de cuando el lector la coloca como femenina, cuando se reconoce en un participio de género femenino (enfundada, desvalijada, sensata, comprensiva, abnegada, egoísta) o en una protagonista femenina (la propia Bella Durmiente, Cenicienta, Alicia).

Hablar de los niños que no nacerán de nuestro vientre o usar la imagen de «madre castradora» se atribuye obligatoriamente a la mujer, y se denosta por el simple hecho de usarse. Si una poeta quiere crear una imagen con el cuerpo, con la reproducción, hablará del útero o de la madre culpable que no quiere dar vida, necesariamente,  no de la próstata ni de los testículos, no porque no quiera, sino porque habla de lo que experimenta, usa los elementos que tiene más a mano.

Aun así, creo que hacer una defensa del yo poético femenino reduce la fuerza intrínseca de los versos de Miriam Reyes, que con Bella Durmiente (Hiperión, 2004) quedó finalista del XIX Premio de Poesía Hiperión de ese mismo año. Reyes es vitalista y pesimista, es luminosa y oscura, es exacta y difusa.

Voy a dejaros un poema para que juzguéis vosotros mismos.

 

Nos apegamos demasiado a los hombres

esas criaturas bidimensionales e inocentes

a su piel

adherente como una tela de araña.

Me quedaría allí hasta que no dejase nada de mí

nada.

Hasta que empezamos a pesarles

como si de pronto engordásemos.

Entonces nos preguntamos

qué paso y

cuándo.

Inevitablemente nos ponemos

éticas patéticas pelenpenpéticas

pesadas peludas pelenpenpudas

no salen canas arrugas

caries estrías verrugas

la sangre no circula.

Nos explota por dentro.

Se llevan nuestra piel pegada a tiras

y en sus manos algún órgano fácil de vender.

 

En realidad no saben lo que hacen

sólo quieren liberarse de la carga.

 

El último poemario de Miriam Reyes es Desalojos (Hiperión, 2008).

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